La urbanización de Els Motllats fue un proyecto empresarial ubicado en las Muntanyes de Prades que fracasó por razones evidentes. ¿Acaso no lo vieron venir?
Está en un territorio desolado debido a la falta de agua que, aun así, transmite una paz que difícilmente se encuentra en la planicie del Baix Camp o el Camp de Tarragona.
Entonces… ¿Qué pasó?
En este artículo, visitamos la urbanización de Els Motllats, repasamos las causas de su estrepitoso fracaso y comprobamos qué queda de ella 40 años después.
¿Qué es Els Motllats?
Els Motllats es una sierra de 6 kilómetros de largo y unos 3 de ancho. Está rodeada en su mayoría riscos y se caracteriza por su sequedad y escasa vegetación.
Este mirador excepcional, cuyo punto más alto está a 1.050 metros de altura, se reparte entre los términos municipales de La Mussara, Capafonts y Mont-Ral.
La erosión que han producido las aguas que corren bajo la superficie son las responsables de dar forma a las múltiples cuevas, simas o barrancos de su territorio.
De hecho, fue un punto estratégico durante las guerras carlistas, pues facilitaba realizar emboscadas u ocultarse. Esto lo sabemos gracias a una canción popular.

El fracaso de la urbanización de Els Motllats
Tal y como comentaba Ramon Amigó, en el año 1973 un empresario tuvo una idea de negocio: construir una urbanización de segunda residencia en Els Motllats.
En concreto, compró un sector que pertenecía al término municipal de La Mussara, que por entonces era parte ya de Vilaplana. Empezaron las obras.
Retiró la vegetación, abrió las calles y edificó entre 5 y 6 casas. Poco más pudo hacer, pues su iniciativa fracasó comercialmente y sufrió un proceso de degradación.
La urbanización de Els Motllats fracasó, básicamente, por las inclemencias meteorológicas, la falta de agua y un acceso que desde luego podría haber sido mejor.
La niebla, una acompañante habitual
La niebla es el fenómeno climático más característico del territorio. Estas brumas aparecen tanto al amanecer como al atardecer sin importar que sea invierno o verano.
La niebla se asienta sobre la zona cuando las masas de aire húmedo de la costa dorada se condensan a causa de las bajas temperaturas de las Muntanyes de Prades.
En ocasiones, la niebla puede llegar a ser tan densa como para hacer imposible reconocer a una persona a 10 metros de distancia. Existe un testimonio de ello.
Anton Agustench, uno de los últimos habitantes del pueblo de La Mussara, recuerda en su libro Records de La Mussara un día en el que se desorientó en Els Motllats.
Así pues, la niebla debió disuadir a los compradores. Es lógico, ¿quién querría comprar una segunda residencia en un entorno natural de estas características?

El pobre acceso a la urbanización
Otra causa que cae por su propio peso. El proyecto se centró en primer lugar en abrir las calles de la urbanización. Sin embargo, su acceso dejaba mucho que desear.
La entrada está en el kilómetro 19 de la TV-704, en el cruce con la carretera de Mont-Ral. Justo ahí está el cartel de Els Motllats, símbolo de la ambición humana.
El acceso a la urbanización se realiza a través de una pista forestal con pendiente. Si esto echa para atrás hoy en día, cómo no iba a hacerlo cuando se inauguró.
También hay que tener en cuenta las numerosas curvas de la carretera La Mussara, sobre todo desde Vilaplana. Mucho tenía que gustarte la finca para obviarlas.
Otros proyectos urbanísticos de La Mussara
La urbanización de Els Motllats fue el proyecto urbanístico de La Mussara que más lejos llegó, luego hay otros. Por ejemplo, uno de ellos quería reconstruir el pueblo.
Juan Dalmau y Domingo compró la mayor parte de las fincas con la intención de construir una residencia veraniega. Sin embargo, falleció antes de hacerlo realidad.
Hay más casos. El más conocido fue el hotel de 4 estrellas cuya construcción debía empezarse en 1998. También fracasó, aunque esta vez por permisos y financiación.
El año 2011, el Ayuntamiento de Vilaplana presentó un anteproyecto de recuperación de La Mussara. ¿Cuándo veremos algún avance significativo? Esperaremos.
Sea como sea, la urbanización de Els Motllats, o lo que queda de ella, permanecerá en la sierra como un triste testimonio de lo ciega que es la ambición humana.