Si la Leyenda de la Reina Mora te dejó con hambre, la historia del Judío de Siuranella saciará tu curiosidad. Y es que enriquece todavía más el relato de Abd-al-azia.
Sabemos por la tradición oral que Siurana era considerada una plaza inexpugnable. Al fin y al cabo, la población estaba rodeada de riscos imposibles de salvar.
¿Cómo consiguieron asediar el castillo los cristianos? Gracias al protagonista de esta historia. Al parecer, jugó un papel clave que cambiaría el statu quo.
Siurana, reconquista épica
Año 1153.
Era tal el respeto que sentían los soldados cristianos por Siurana que, antes de atacarla, decidieron recuperar Lleida y Tortosa. ¡Alguna razón habría!
De esta manera, aislaron las Montañas de Prades, convirtiéndolas en el último reducto en manos sarracenas. Que cayera el valí de Siurana era cuestión de tiempo.
Para toma estas montañas, los catalanes convocaron a los mejores guerreros de la época. El hecho habla por sí sólo de la dificultad que representaba el asedio.
Ya en 1151 lograron aislar las tierras de alrededor y recluir a la población. La épica estaba servida: el final de la reconquista ya se podía tocar con las manos.
Siurana cayó. 29 de abril de 1153, 23 de noviembre de 1153 o 12 de julio de 1154 son las fechas en las que sospecha que concluyó el asedio. Empezaba la repoblación.
Eso sí, ¿cómo lo consiguieron?

El Judío de Siuranella
Siurana iba a caer más tarde o más temprano. Nuestro protagonista, cuyo nombre desconocemos, lo sabía y se preguntaba cuándo y en qué términos.
Los catalanes no sopesaban convivir con los sarracenos, querían expulsarlos de sus casas y tierras sin excepciones. El riesgo de perderlo todo era muy alto.
El judío tomó, entonces, una decisión. Negociaría la liberación de la población a cambio de que respetasen las vidas y pudieran huir con sus respectivos bienes.
Pidió una cosa más a modo de contraprestación: el compromiso de respetar la fortuna de los judíos, a quienes se les debería dejar permanecer en la zona.
Había algo más jugoso.
Muchos sarracenos habían contraído deudas con él. Con su expulsión, saldaría la cuenta quedándose sus viviendas… Sería el hombre más rico de Siurana.
A estas alturas te estarás preguntando qué le daba poder de negociación. La respuesta está en que tenía, no se sabe cómo, las llaves de la mismísima Siurana.
¿Qué podía salir mal?

El asalto a Siurana
Se rumoreaba que Siurana contaba con pasadizos subterráneos que proporcionaban acceso al recinto amurallado. Así, los catalanes penetraron en el interior.
(Aquí empieza la leyenda de la reina mora)
Entonces, todo empezó a torcerse. Los soldados dieron rienda suelta a la violencia. Poco les importó que fueran personas mayores, niños o mujeres.
No hicieron ninguna excepción con los judíos. Fuera de sí mismo, el israelita fue incapaz de encontrar a su esposa e hijas. Huyó de la batalla.
Era tal el comportamiento de las tropas que, entre los cristianos, no faltó quien criticó qué sentido tenía malograr una población que les pertenecería.
Durante el fragor de la batalla, apareció un caballo blanco cabalgado por una hermosa doncella. Era la reina mora Abd-al-azia, quien forjaría ese día su leyenda.
Pero no nos desviemos.
Mientras abandonaba Siurana, el judío se preguntaba una y otra vez qué había hecho. Mientras caía la noche, observaba el suceso desde un lugar seguro.
A la luz de las llamas, desde un lugar seguro, estiró los brazos, abrió las menos y profirió una maldición condenatoria sobre los cristianos, sus hijos y descendientes.
Dicen que hoy en día es posible observar el rostro del judío en una piedra de la montaña de Siuranella. De ahí el nombre de la leyenda: el judío de Siuranella.
¿Realidad o ficción?
Toda buena leyenda que se precie deja lugar a la imaginación. Visto con escepticismo, el relato del Judío de Siuranella nos plantea más de una pregunta:
- ¿Cómo pudieron aguantar el sitio los habitantes de Siurana? Carecían de agua, tierra cultivable y estaban rodeados. Eran totalmente dependientes.
- ¿Cómo pudo el judío negociar con los cristianos en pleno asalto? La explicación más plausible es que conversaran en un pasaje secreto.
- A pesar de tener acceso a las llaves, ¿cómo se supone que salvaron el puente levadizo que tenía la fortaleza de Siurana? Debía de haber una entrada oculta.
Aunque haya más de un pero, las dudas no restan espectacularidad a la leyenda, sino que estimulan que la mente trabaje a fin de cubrir los espacios en blanco.
De leyenda en leyenda
El asalto de Siurana forjó 2 leyendas. Por una parte, la del judío de Siuranella; por otra parte, la del salto de la Reina Mora. Una no se entiende sin la otra.
Párate a pensarlo.
Qué fascinante resulta imaginar que, mientras el judío huía del saqueo de la ciudad, Abd-al-azia saltaba al vació en un último gesto de insumisión.
Todavía más alucinante es la historia Jan Buyse, el nazi que se escondió en Siurana junto a Anita Salden, su mujer, después de escapar de la cárcel.