Perros vampiro, demonios sepultados en barrancos o tesoros escondidos en la montaña son algunas de las leyendas de Llaberia. ¡En este post te las cuento todas!
Son mitos con personalidad propia que poco o nada tienen que envidiar a las Leyendas de Siurana o las Leyendas de La Mussara. Ya me dirás cuál es tu favorita.
Conocí la mayoría de estas historias en la Oficina de Turisme de Pratdip que, de la misma manera, ejerce de Centro de Interpretación de la Sierra de Llaberia.
Durante unos días, estuve recopilando toda la información posible de estas leyendas. A continuación, te cuento todas las leyendas de Llaberia. Te encantarán.
La fosa del demonio
De acuerdo con la leyenda de la Fosa del Demonio, hubo un tiempo en que los diablos vagaron por el mundo de los mortales con una tranquilidad insultante.
La calma con la que corrían a sus anchas los envalentonó a cometer más de una imprudencia. Así se produjo el accidente del Barranc de Les Burgueres.
Un poderoso diablo quería saltar de un lado a otro del barranco. Sin embargo, midió mal la fuerza que imprimió en el suelo, provocó un alud y quedó sepultado.
Actualmente, se dice que el cuerpo del diablo está atrapado debajo de la losa que hay en el Barranc de Les Burgueres. Quién sabe, ¿te atreves a salir de dudas?
La historia del demonio es una de las leyendas de Llaberia contadas en la Oficina de Turismo. Asimismo, se sospecha que existen tesoros ocultos en la sierra…

Los tesoros de la Sierra de Llaberia
La Sierra de Llaberia es caprichosa. Durante las convulsiones que sufría el territorio, como las guerras carlistas, las familias se afanaban en poner a salvo sus bienes.
De esta manera, ocultaban sus tesoros en la montaña a fin de evitar que cayeran en manos enemigas. Sin embargo, más de uno olvidó la ubicación de su escondite.
Ya habrás imaginado qué pasó.
En el año 1912, un agricultor de Banyoles encontró brazaletes, anillos y monedas, entre otros objetos de valor, mientras labraba el campo. Vaya sorpresa se llevó.
Con el paso de los años, llegaron nuevos hallazgos. En el 1925, una pareja de mulas de bronce; en el 1927, 11 vasos de plata y unos platos de plata dorada.
Quién sabe, quizá todavía queda algo por descubrir, por ejemplo, en La Mola de Colldejou. Al menos eso nos sugirieron en la Oficina de Turisme de Pratdip.

Sant Blai, el santo que pintaba caminos
Sant Blai, fue un médico y obispo de la pequeña Armenia que, años más tarde, fue considerado santo. No obstante, fue torturado y decapitado en el año 316.
Su santidad se puso de manifiesto cuando salvó la vida de un niño que se había atragantado con una espina de pez. No respiraba, luego la madre lo creyó muerto.
Mientras llevaban a Sant Blai a la prisión para ser torturado, la madre le llevó al niño con la esperanza de que pudiese ayudarlo. Así fue: el santo obró el milagro.
Desde entonces, el santo es conocido como el sanador de los males de garganta. Ahora bien, pocos saben por qué se le considera el patrón de los senderistas.
El de 2 mazo de 1975, se pintó la primera marca del GR-7 en la ermita de Sant Blai de Tivissa. ¡Se trataba del primer sendero pintado de toda la península ibérica!
Antes de que se me olvide…
En Tivissa es típica la coca de Sant Blai, así como unas pequeñas galletas llamadas blaiets que muestran la figura del santo. ¡Dicen que curan el dolor de garganta!
El santo no es la única figura divina protagonista de una narración. Las leyendas de Llaberia cuentan en su haber más historias así, como la de la Ermita de Santa Marina.

Los príncipes de Santa Marina
De un santo que pintaba caminos, pasamos a una santa con facilidad para hacer parejas: “a Santa Marina ve soltera que, si soltera vas, casada volverás”.
El dicho popular lo deja bien claro. La expresión proviene del siglo XVII, cuando la devoción por la santa congregaba a decenas de personas en su ermita.
Cada 18 de julio, con motivo de la festividad de la santa, las solteras de los alrededores acudían en busca de marido. Al menos, así lo sostiene la tradición.
A modo de señal para los hombres, las jóvenes se peinaban con un fragmento de cristal que compraban en las ferias. Cuando se movía, llamaba la atención.
Además, en estas congregaciones se producía El Ball del Marxant. Era un baile en el que tanto las solteras como los solteros escogían con quién querían bailar.
Existe otra leyenda de Llaberia.
En las noches de primavera, en los alrededores de la ermita de la santa, se puede escuchar un canto melódico que reclama la atención de quienes buscan el amor.
Entonces sucede la magia. Un pequeño ejército de sapos hace acto de aparición a la espera de que un beso rompa el hechizo que los mantiene en forma animal.

El Dip, el perro vampiro de Pratdip
Los Dips fueron unos perros oscuros y endemoniados que vagaron por los alrededores del término municipal de Pratdip hasta su desaparición a finales del siglo XIX.
Era tal su arraigo al territorio que se convirtieron en un símbolo identitario municipal. De hecho, el nombre “Pratdip” podría entenderse como Prado de los Dip.
De la misma manera, el perro vampiro figura en el mismísimo escudo municipal y fue representado con un aspecto amenazante en el retablo de Santa Marina.
¿Cómo eran los Dip?
Con una lengua roja y fina y ojos saltones, tenían una coloración intensamente negra. La combinación de estos rasgos les proporcionaba un aspecto amenazante.
Por un lado, provocaron que a más de un vecino le diera un vuelco el corazón. Así pues, cuando caía la noche, sólo podían distinguirse sus ojos en la oscuridad.
Por otro lado, su fama vampírica proviene de los daños que producía al ganado. Causaban revuelo, diezmaban el rebaño y bebían la sangre de sus víctimas.

Más allá de las leyendas de Llaberia
¡Cuántos mitos sobrevuelan la Costa Dorada! ¿Son las leyendas de Llaberia tus favoritas? Si te has quedado con ganas de más, sigue leyendo...
Siurana fue el hogar de un nazi que vivió en una imponente casa hasta 2002. Llegó al pueblo nada más y nada menos que después de escapar de prisión.
Por otra parte, en La Mussara desapareció Enrique Martínez, quien jamás sería encontrado a pesar de que se movilizaron a centenares de personas.
Todavía más fascinante es la Leyenda de Cercós. Se trata de un capítulo sobrenatural de La Mussara que incluye hasta la profanación de su pequeño cementerio.